Bianca Jagger utiliza el transporte público, renunciando a la burbuja de alto confort
y elevado consumo de carbono en que suelen vivir los personajes famosos. Para
demostrarlo, se ofrece a presentar a Nuestro planeta su tarjeta Oyster, pase
recargable válido para los autobuses y el metro de Londres. Por si fuera poco, añade: “No
tengo coche”.
Todo ello forma parte de su lucha contra el calentamiento de la Tierra, una de las numerosas
causas promovidas por ella durante el último cuarto de siglo –desde su divorcio del cantante
de rock Mick Jagger– que han merecido reconocimiento mundial, y muchos premios.
Desde hace tiempo realiza campañas en favor de los derechos humanos, en particular de
la mujer y de las poblaciones indígenas, y contra el SIDA y la pena de muerte, causas que,
según ella, están estrechamente relacionadas con el medio ambiente.
Sentada en su piso de Londres, habla con su característica pasión sobre el cambio climático.
“Si tenemos hijos y nietos, ¿cómo es posible que el calentamiento de nuestro planeta
mundial no sea importante para nosotros? Si no estamos dispuestos a introducir cambios casi increíbles, no
podremos salvar el planeta”.
Muchos de los cambios deberán ser realizados por los gobiernos, dice, “y tenemos que pedirles cuentas.
Tenemos que pensar en sus políticas ambientales y en el calentamiento del planeta”. Pero, “si no estamos
todos preparados para cambiar”, añade, hay razones para “el pesimismo” sobre el futuro del mundo.
“Son tantas las cosas que podemos hacer. En vez de utilizar el coche para ir a todas partes, deberíamos caminar
cuando las distancias son cortas o recurrir al transporte público. Basta con bajar el termostato 1° para conseguir
una gran diferencia. También es importante reciclar los desechos y apagar los electrodomésticos”.
En sus campañas relacionadas con el calentamiento atmosférico, los derechos humanos y otras causas,
Bianca Jagger está haciendo realidad un destino que ella misma se fijó desde la adolescencia, y que se
vio interrumpido por su matrimonio. Bianca Pérez-Mora Macías –ése es su nombre original– nació en
Nicaragua en 1950; abandonó el país a los 16 años –en gran parte por problemas de discriminación contra
la mujer– para estudiar ciencias políticas con una beca del gobierno francés.
Su belleza le permitió introducirse en los círculos de la sociedad parisina y, luego, internacional, y acabó
casándose con Jagger, lo que la convirtió en una celebridad mundial, le permitió acceder al mundo del rock
y descubrir que en él sufría viendo la misma discriminación. Después de su divorcio, recuperó su trayectoria
original, pero tuvo que realizar ímprobos esfuerzos para ser aceptada.
“Esto es lo que me propuse hacer con mi vida, y lo que realmente me interesa. Pero la búsqueda de
credibilidad fue una tarea ardua y difícil. Muchos se mostraban escépticos, me identificaban con un estilo de
vida fascinante y sofisticado; me costó hacerles cambiar”.
Sus premios son buena prueba de su éxito. En 2004 recibió el premio Right Livelihood, ‘el Premió Nobel
alternativo’, por su “constante compromiso y la entrega demostrada en sus campañas sobre una gran variedad
de temas relacionados con los derechos humanos, la justicia social y la protección del medio ambiente”, el
Amnesty International/USA Spotlight Award por su capacidad de liderazgo, y el de ‘abolicionista del año’
de la Coalición nacional contra la pena de muerte.
Está firmemente convencida de que los personajes famosos “deberían dedicar su tiempo y demostrar su
compromiso e interés por aprender sobre las cuestiones importantes, y tener humildad para comprenderlas...
Por mi parte, yo tengo mucho que aprender. No busco publicidad; no quiero aparecer en una foto con un
niño en brazos, para luego volver a casa y olvidarme de todo”.
“Estoy muy agradecida por la oportunidad de tener acceso a personajes influyentes, poder hablar con
ellos sobre las cosas que me preocupan. Pero no lo doy por descontado. Todo ello ha constituido una gran
experiencia de aprendizaje”.GL.
martes, 1 de julio de 2008
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